Según fuentes más o menos fiables:
"Lo que oímos es el fluir de nuestra propia sangre en la cabeza.
Cuando nos aplicamos a la oreja una caracola, el sonido de la sangre al circular por los finos vasos de nuestro sistema auditivo se amplifica provocando en el interior de la concha un potente efecto de altavoz."
¡¿Y para eso voy yo poniéndome una caracola en la oreja aun a riesgo de que me pique un cangrejo ermitaño?! Venga ya, hombre. para eso me tapo el oído o me voy a la playa.
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